miércoles, 26 de enero de 2011

COMPAÑEROS DE OFICINA (Cuento)


Con la incorporación del “nuevo personal” más de una cosa cambiaría, para empezar, las oficinas de uso individual deberían reestructurarse, claro, no todas, la del jefe ni hablar. Los acomodados de siempre conservarían también intactas sus oficinas y a los que aún estaban pagando  derecho de piso, a esos les tocaría reacomodar sus oficinas…
Buenas y malas noticias, dejarían de estar solos para compartir con ellas, de a pares, para darle el detalle de delicadeza que le faltaba a la imagen de la empresa, el toque femenino, como decía el jefe.
Por otro lado ya no serían quienes pagaran derecho de piso y el trabajo se alivianaría, claro, luego de haber concluido con el entrenamiento y tutorial  que sería menester ejercer con las nuevas. Probablemente hasta podrían pensar en una reducción de las horas extras para disponer de más tiempo libre.
Llegó el día y todos estaban expectantes ya que todo lo pertinente a  exámenes de selección se había delegado en otra empresa de selección de personal. El piso completo había fichado ya, varios minutos antes de lo habitual, cuando ingresaron casi todas juntas las nuevas compañeras.
Aparentemente nada de que preocuparse, se veían casi como amas de casa, un poco arregladas para la ocasión, ninguna demasiado joven, nada exuberante, nada que llamara demasiado la atención, así que, casi con decepción se escabulleron a sus oficinas esperando sin mucho entusiasmo las asignaciones sugeridas por el jefe.
Las puertas permanentemente abiertas de las oficinas, ubicadas en línea en el corredor fueron recibiendo una a una a las nuevas.
-Hola, parece que ésta será también mi oficina- fueron sus palabras a modo de presentación acompañadas de una sonrisa diáfana y sincera.
Él no daba crédito a lo que acababa de escuchar, se le antojó la voz más dulce que jamás habían saboreado sus oídos, casi una canción. Poco cuadraba con la imagen casera-arreglada, sin exuberancia de su figura.  Por lo que lo intrigó aún más los criterios de selección utilizados para ese fin. Era indiscutible que para llegar hasta allí debía tener la preparación requerida, como también innegable que tras su estampa inofensiva ocultaba más de un encanto.
Intentando articular correctamente su mandíbula y disimulando su reacción, apuró su respuesta, -claro, por supuesto, si así lo asigno el jefe-.
Por ese día no cruzaron casi palabras, ella por temor a decir una desubicación, él, no porque no quisiera escucharla, sino por tratar de acomodar de la mejor forma las palabras, que no logró.
En los días siguientes comenzó el entrenamiento con notables avances, lo que los hizo soltarse un poco, distenderse y comenzar a dialogar de otros temas, un poco más personales.
Ella estaba sumergida en un compromiso de años, él con una familia completa y ambos intentando que no les ganara la rutina. Cosa que acarrea más de un problema y que tampoco dejaron de conversar y aconsejarse.
-No te podes conformar con lo que te da- fueron las palabras de él que la pusieron sobre aviso.
Empezó a ver las cosas desde otro punto de vista, a hacerse planteos que hasta ahora nunca se le habían ocurrido, ya había pasado los treinta y ni vistas de formar una familia, no con su prometido tan comprometido con su trabajo. Y ella siempre ocupando un segundo plano.
Entre tanto, su compañero y tutor comenzó a ser también casi una brújula en su vida. Le daba consejos por experiencia, siempre dictándole alguna frase que la dejaba pensando, se transformó en algo indispensable en sus días.
Él contenía inconscientemente lo que por pudor o por respeto no se atrevía a decir, lo que verdaderamente quería expresarle. Hasta el día en que una enfermedad la hizo ausentarse de su lugar de trabajo.
No se explicaba qué le podía haber ocurrido, siempre tan puntual, tan exacta, tan trabajadora, que faltara así, sin avisar…
No pudo contenerse más, marcó el número que sabía de memoria aunque nunca había utilizado y del otro lado le respondió ella en con un tono inusual, acaso de haber llorado. Era demasiado nueva para faltar tantos días, cosa que en el trabajo vieron con malos ojos. Durante esos días sus charlas se extendieron por horas, pero ya nada tenían que ver con lo laboral.
Entre esas conversaciones, ella preguntó al descuido – ¿me extrañas?-. Se hizo un silencio  a lo que le siguió como respuesta –me falta tu piel-.
Casi sin querer desnudaron sus sentimientos contenidos de hacía tiempo y continuaron hablando sin caer en cuenta de cuan lejos estaban yendo.
-Quiero estar ahí, con vos en la oficina- dijo ella cambiando otra vez su tono por el propio de una línea ardiente.
Él casi incrédulo apenas balbuceo - ¿para qué, qué harías acá?-
-Después de cerrar la puerta diplomáticamente, me acercaría lenta y silenciosa por tu espalda, me inclinaría levemente por sobre tu hombro, mirando tu monitor. Un poco cerca, sólo un poco, lo suficiente para que alcances a percibir el calor de mi respiración. Haría una tonta pregunta laboral que implicaría una obvia y absurda respuesta. Entonces me acercaría un poco más a la pantalla rozándote al pasar, asintiendo levemente con la cabeza, mordisqueando mi labio inferior, con expresión atónita por tu explicación. Y repitiendo tus propias palabras mientras camino a tu alrededor, te dejo sentir mi perfume envolvente… en un torpe traspiés, caigo sentada en tu piernas, dejándose ver un poco más del escote de mi suave blusa. Inevitablemente, mi cercanía te hará oír el ritmo acelerado de mi respiración y verás como mi falda en el tropiezo se ha subido más de lo debido…-.
Ella colgó el teléfono, tal vez sólo se atrevió a decir tanto porque conocía la distancia que los separaba.
                     

4 comentarios:

  1. jajajja, tenès razòn, es muy mi estilo... es nuevo o de los viejos???.... te fijaste que vos tampoco narràs nombrando a las personas por algùn nombro o apodo?. vamos por màs!

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  2. Buenísimo ésto jajajaj voy a empezar a subir toodooo lo miooo :D Besos SU!

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  3. Su!
    ësto está buenísimo!
    Voy a empezar a subir todo lo mio jajajaja :D
    Muy buena idea. Tenemos que hacerlo rodar más! jajajaja. Besote!

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  4. Qué buena recepción, gracias por todos los comentarios!

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