miércoles, 29 de junio de 2011

ENTRE EL SUELO Y EL CIELO

Amame aquí, ámame ahora,
ámame sin prisa y sin demora,
ámame que ahora es el momento,
ámame por fuera y por dentro.

Amame y entrégame con ello
el más dulce y más sabroso de tus besos.
En tus labios quiero yo encontrar refugio
y al rozarlos no encenderme como fuego.

Amame y desnúdame tu alma
déjame ponerle un par de alas.
Retenme, ceñida entre tus brazos
mientras trato zafar de tus deseos,
que son vanos, vagos, pobres, terrenales
y yo intento con tu amor hallar el cielo.

lunes, 27 de junio de 2011

EL TESORO MÁS PRECIADO (Cuento)

Los descubrió allí, un espacio destinado al olvido.
Tenían el característico aroma de los años acumulados en capas de polvo sin retirar, estáticos, con numerosos abriles pegados por la humedad que brotaba de las lúgubres paredes del cuarto en desuso.
Los recorrió primero con la mirada, como adivinando sus títulos, sus etiquetas. Hacía tanto que no se dejaba acariciar por esas letras, por su lenguaje antiguo, tanto que no intentaba descifrar los garabatos dibujados…
Allí estaban, en el desván, mesclados, sus cuadernos de primaria con novelas tradicionales y cuentos populares, eran sus propios jeroglíficos con caprichosos giros del idioma. Acarició sus lomos desiguales y surcados, como si fueran las teclas de un piano, como queriendo arrancar de ellos la música que una vez despertaron.
Nube de polvo. Escozor en la nariz. El estornudo retumbó en el espacio. No había nadie, nadie más que pudiera prohibir su aventura.
Y ya no se contuvo, comenzó con uno de sus cuadernos de primer grado, recordando la mano y la figura de quien corrigiera en letras grandes y estimulando cada uno de sus avances, la seño Juanita. Se sonrió cuando llegó al dibujo “Mi familia”, eran puros monigotes con palitos y por supuesto, no podía faltar su mascota, su compañero ya ausente, de tantos años…
Siguió con los de segundo y tercero. No podía creer que su madre los hubiese guardado, todos estos años, ordenados, como el tesoro más preciado.
Después repasó los libros de lectura obligatoria de su época y los que se leían en siestas calurosas del receso escolar. Encontró “Platero y yo” y se fue de viaje a España, caminando a la par del asno, por las calles estrechas de Moguer.  Se subió a un barco pirata rumbo a “La isla del tesoro”, coreando  “y una botella de ron”. Naufragó entre archipiélagos, siguiendo el canto de las sirenas en “La Odisea”, antes de arribar a los brazos de Penélope. Y así continuó  por horas buceando entre las aventuras, dejándose acariciar por las amarillentas páginas de esos viejos libros.
Agotados sus ojos, comenzaban a fallarle y se acomodó  en la mecedora de la abuela, madera y enea mucho más añeja que aquellos libros, una mecedora que rechino cediendo al peso. Y se desvaneció.
La claridad que alcanzaba la puerta desde la habitación contigua avisaba la llegada del nuevo día. Del último día.
Se estiró lentamente y se quedó un poco más en la mecedora desde donde podía ver todo el cuarto, tal vez queriendo secuestrar ese lugar para su recuerdo.
Se incorporó y decididamente salió, para regresar con sendas valijas, haciendo juego con el tiempo del lugar, eran rígidas, con aristas y esquineros metálicos.
Acomodó en ellas los cuadernos y los libros, entraron perfectamente, como si de ante mano lo hubiese calculado.
Cargó las valijas en el baúl del auto y regresó sobre sus pasos. Le dio un último empujón a la mecedora que esta vez no chirrió y allí quedó bailando, incluso cuando entornó la portezuela del desván.
Miró las agujas de su reloj y apuró la recorrida por la casa antes de poner llave a la puerta.
Detrás de ella quedaban incontables recuerdos de su infancia, atesorados como esos libros.

domingo, 26 de junio de 2011

ES TIEMPO

Cuando pliegues se amontonen en mi rostro
y cenizas ya descansen en mi pelo
qué amarás de mí, siendo un despojo
si aún no encuentras la materia de mis huesos.

Si no sabes de qué estoy hecha, entonces
no valgo para ti más que este cuerpo
que en breve no amarás, siendo un manojo
deslucido, de lo que seré un recuerdo.

Por eso ahora es tiempo, veme dentro
lo que guardo en lo profundo para todos,
con que tu lo descubras, suficiente.
Sácalo, has que brille tu tesoro.

Es ahora, no te tomes demasiado,
las agujas galopan como el viento,
no hay qué las detengan, van pasando
y no lo gritan, lo hacen en silencio.

Antes que la noche nos encuentre
pongámosle más vida a este ensayo,
todavía nos quedan amaneceres,
no dejemos atardecer los años.

sábado, 25 de junio de 2011

SIN RESERVAS

Recórreme despacio y sin tropiezos,
descúbreme sedosa entre tus dedos,
encuéntrame el lunar y algunas marcas
que escapan a la vista, en secreto.

Desnuda mi figura con tus ojos,
aprende cada tramo de mi cuerpo,
degusta mi sabor que poco a poco
quedará grabado en tu silencio.

Devuelve al compás de mis latidos
el gemido que escapa con tus besos.
Demórate en saciarte y a mi oído
suspírame tu aliento como verso.

Ámame, sin reservarte nada
que al amarte pongo yo toda mi alma.

jueves, 23 de junio de 2011

CORAZONES

Corazones tristes,
corazones solos,
corazones ciegos,
corazones rotos...

Corazones tristes cual vuelo de alondra
buscando otro nido que arrope su sombra.

Corazones solos contando su historia
escrita en arena que borran las olas.

Corazones ciegos en busca de auroras
que alumbren sus días, den luz a sus horas.

Corazones rotos, sin llanto que moja,
dolidos, rasgados, con arrugas oscas.

Corazones muertos por no haber vivido
la vida soñada para la que vino.
Apagó la luz, calló su latido,
exhaló profundo y menguó su río.

Corazón sin vida, ya cenizas, polvo
quizás, si hubo fuego, algún viento loco
arrastre tu esencia hasta mares rojos
donde cobre vida en sangre de otros.

NO TE ENAMORES

No te enamores de mis líneas,
enamórate de mi.
Las que hoy te embriagan de alegría
también conocen de hiel y de herir.

No te enamores de mi vida,
enamórate de mi.
Las historias son bellas contadas,
los sueños para hacerlos vivir.

No te enamore mi sonrisa,
enamórate de mi.
Río para sanarme el alma
tratando de ser feliz.

Enamórate si quieres, pero dímelo,
para que otras líneas nazcan por ti,
para que ría sin curar más nada,
para que los sueños podamos vivir.

LEÑO NUEVO, LEÑO AÑEJO (Cuento)

Corrían ahora la misma suerte. Eran acarreados por manos robustas y ásperas, desconocían su destino, más lo imaginaban.
En breve terminó el viaje y fueron dejados en la penumbra de un sótano.
Un pequeño ventiluz era toda la comunicación con lo que conocían, con el mundo exterior.
De a poco fueron dibujándose siluetas entre el polvo y las telarañas. Se hubiesen contado casi un centenar de objetos allí olvidados, en desuso, dejados para luego nunca más ser reparados.
¿Acaso les sucedería lo mismo?
Acomodados al descuido, algunos leños cayeron, aunque no fueron muy lejos.
Un leño viejo y gordo mostraba sus años envueltos en la desabrida corteza, ya no sentía el peso de los otros leños sobre él, ya no había melodías para atesorar, ya no había tarea que cumplir, ya no sentía…
Cuando se entregaba ya al sueño perpetuo, algo lo perturbó. Un pequeño leño había caído a su lado y no lograba el equilibrio.
-Es hora de tener paz- le dijo el leño viejo
El leño joven logró estabilizar el balanceo y vociferó –Paz?!, hora de tener paz? Es que acaso no te das cuenta?, yo estaba en la flor de la vida y me quebraron, caí, fui golpeado y dejado. Hoy, alguien me recogió y ahora…  qué me queda por vivir?-
El leño joven parecía seco, pero el verdor que escondía su fina piel, prometía estallar de ira en cualquier momento.
-Hubiese sido peor si te quedabas allí, tirado en el suelo-  acertó el leño viejo.
-Al menos podría ver la luz del sol y quién sabe, algún día, echar raíces-.
El viejo leño apreció el corte letal del leño joven que lo despojaba de cualquier intento de vida. Los tintes del tanino se hicieron ver en una gota gruesa, espesa, rojizo transparente que salió apretada entre sus anillos. – Creo que las lluvias otoñales le hubiesen ganado a tu espera, desarmándote entre la hojarasca de tu misma esencia, desperdigándote, haciéndote parte de la tierra-.
El leño joven confundió la gota de sabia que exhalaba el leño viejo con una ostentación de su sabiduría, y en un último esfuerzo, él también mostró de qué estaba hecho y exudó su resina mentolada.
-Gracias- dijo el leño viejo –creí que ya no quedarían aromas para disfrutar, lo tomo como el último regalo de mis días-.
-De nada- balbuceo confundido el leño joven. Comenzaba a comprender… era muy poco lo que restaba por hacer e intentó a sosegarse.
El leño viejo, casi disimulando, empezó a contar historias de su longeva existencia. Comenzó por el primer nido de golondrinas que dieran a luz sus jóvenes ramas y como con el correr de los años esos mismos trinos se multiplicaron.
Siguió narrándole cuando unos chicos lo tomaron por refugio en medio del camino rural hacia la escuela, ellos también habían crecido y él fue testigo de juegos, risas, confesiones y alguna lágrima.
Contó que un día la niña, ya espigada, se acercó y amorosamente envolvió con sus brazos su circunferencia, después dejó grabadas en él un par de iniciales que enceró en un corazón y besándolo se marchó. No sintió dolor, no pudo, era puro amor lo que su niña emanaba.
Relató también la vez que se llenó de zumbidos, cuando anidó en él un enjambre de abejas, y cuando se pinto rosa, fucsia y lila plagado de claveles del aire florecidos…
En estas historias estaba cuando las mismas manos oscas los tomaron y los colocaron en el hogar, con un fuego pequeño. El leño joven comenzó a chisporrotear, pero prontamente el leño viejo lo abrazó con las cenizas de su reseca corteza, aún antes de que fueran brazas.

miércoles, 22 de junio de 2011

UN RUISEÑOR Y EL ELEFANTE

Pequeño, chiquito.
Si no fuera por mi vivaz aleteo
ni me hubieses visto.
Escuchaste moverse el viento
y seguiste el vuelo
con tu amplia y hermosa mirada…
Y yo ni cuenta me daba…
Saltando de rama en rama,
bebiéndome las gotas del rocío,
bailando, embriagado, con los rayos de luz,
que de a tiras colgaban.
Te aproximabas, y yo ni cuenta me daba…
Tanta emoción soltó mi garganta
en un trino de vida
que arrugó aún más tu piel, erizándola.
Me escuchabas, y yo ni cuenta me daba
viviendo mis días, en mi pequeño mundo
sin darme cuenta que otro mundo se asomaba.
Un mundo gris plomo de amplia mirada,
de oído agudo y de piel rasgada.
Cuando tu presencia me dejó en la sombra
te vi, me di cuenta, me mirabas
y vi en tus ojos cosas que no encajaban,
tu mundo y mi vuelo, mi voz y tu talla.
Dos mundos distintos bajo el mismo cielo
a ver si se puede, a ver, cómo enlazan.
Yo arrullo tu sueño, tú cela mi espalda.

martes, 21 de junio de 2011

EL CRISTAL DE MI VENTANA

El cristal de mi ventana
Más parece una lente hacia mi alma
Donde se agrandan los sentimientos,
Donde puedo ver todo con calma.

A veces empañado por fuera
Resguardándome de lo que pasa
De la injusticia, la miseria,
No dejándome ver nada.

Otras veces mi calor lo empaña
Cuando vivo intensamente
Cada momento, cada palabra
Y no encuentra eco afuera mis ganas.

Muchas veces se ha mojado
Por lloviznas, por lágrimas
Por quien abre sin permiso
El cristal de mi ventana
Más que ventana, una puerta
A mi corazón, a mi alma.

jueves, 16 de junio de 2011

LLEGASTE (Para CESAR 06/06/2011)

Y llegaste
casi sin aviso
precipitándote a la vida
atrapando el mundo
entre tus puños
pequeños,
húmedos,
apretados...

Faltaba aún
que el invierno madure
y cuajara la escarcha
en las mañanas
y adquiriera el color
de la fruta, Febo,
el sabor agridulce
de naranjas.

Apresuraste la espera
convulsionándonos,
remolino de sensaciones
miedo, prisa, alegría,
todo sin espera,
sin hacer caso de almanaques
que postergan vanamente
estaciones.

Atrapaste al mundo
entre tus manos
dibujaste una mueca curvilínea
a nuestros días.
Nos hicimos pequeñitos
e inocentes
intentando comprender
tu avidez de vida.