Quererte, ni debo pensarlo,
desearte, no puedo aceptarlo,
ser tuya, jamás intentarlo
y saber que es lo mejor que me ha pasado.
Si me rindo ya nadie más podría
quitar tus manos de mi cuerpo,
borrar tu rostro no sabría
ni apagar el fuego que va dentro.
Cerrar mis ojos de noche
y no encontrarte de día,
que nadie diga mi nombre;
olvidarte jamás podría.
Por eso no puedo intentarlo,
por eso no debo tenerlo,
ni apagar la inmensa llama
que me consume por dentro.
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