lunes, 31 de enero de 2011

DUEÑO DE VIDAS (Cuento)


El dueño del local controlaba todo, y a todos, nada se le escapaba. A pesar de ser el negocio más grande de la localidad y en su rubro, regalería, bazar, camping y regionales.
Su hija Aldana, su tesoro más preciado, lo reemplazaba en la caja y el control de entrada de mercadería, solo medio tiempo, para no robarle horas al estudio. Cuatro empleados completaban el personal, uno destinado a cada sector, más el encargado del depósito.
Siempre había gente en el local, pero para fechas especiales eso era un hervidero! Lo que irónicamente la ponía de buen humor, no porque su ingreso se modificara, sino porque para esas fechas, su padre le ponía “refuerzos”, hacía salir del lúgubre depósito a Manu para que la asista en medio del gentío. Y los dos de buena gana, resolvían lo que se presentaba de momento. Es más, por contrapartida, Aldana se quedaba después de hora en el depósito hasta que Manu lograba poner al día el infierno que quedaba desperdigado sin su presencia.
Por supuesto que no quedaban solos, el dueño daba la ojeada final a todo, no por desconfianza, era su forma de ser, un tanto obsesivo. Todo debía estar en su lugar y su sentido de la responsabilidad lo hacía certificar una y otra vez. Así debía ser y por eso tal vez su negocio caminaba impecable desde su apertura.
Para Aldana todo eso era normal, desde que tenía consciencia andaba por esos pasillos que entonces le parecían calles llenas de edificios inalcanzables, era su mundo, jugaba a que cada sector era un barrio y ella tenía su casita de cajas en el depósito, donde podía moverse con más soltura, lejos de las miradas de tanta gente.
Amaba ese depósito poco iluminado, con cajas por todos lados y en columnas, con pisos ásperos de portland raspada por el ajetreo diario y esa mezcla de olores tan particulares de humedad vieja y plásticos nuevos, era eso, particular, indefinible y a la vez familiar, acogedor.
Los empleados habían rotado varias veces, ante el mínimo descuido o faltas a la verdad.
Se preguntaba si lo mismo habría pasado con la chica de la caja. Tenía una imagen borrosa de ella, de su voz, de su risa. Era joven, pero la gente le decía señora… nunca le pregunto porqué la echó, acaso habría faltado a la verdad, se descuidó con un vuelto?... en fin, a ella nadie la iba a echar, era su hija, ni ella iba a abandonarlo, como su madre.
El depósito era parte de su vida, amaba todo lo que allí se encontraba, le daba seguridad. Y todo se acentuó cuando Manu pasó del salón de ventas a encargado, puesto merecido por su esfuerzo, responsabilidad y justamente reconocido.
Apenas dos años mayor que ella, la muerte de su padre lo había dejado al frente de la familia, dos hermanos seis y ocho años menores y su dulce madre, se hacía la entera ante la gente, pero que a la noche se ahogaba en llantos apretando los labios para no ser escuchada.
Esa era su brújula, tenía más que claro el sentido de la responsabilidad. Desde los dieciséis años, cuando faltó su padre, empezó a trabajar medio día en el mismo salón de ventas del local. Al terminar la secundaria pudo ocupar horario completo para su trabajo y el buen padre de Aldana lo puso de encargado del depósito, lo que significaba más horas de trabajo pero muy bien remuneradas.
Nunca había estado tan ordenado, impecable, nada con qué tropezar en la penumbra del depósito que parecía tener luz propia desde que Manu estaba a cargo.
Aldana hacía tiempo que había dejado de ser una nena y disfrutaban mutuamente de la compañía. Los dos tan imbuidos en sus obligaciones, en sus responsabilidades, tan inexpertos para la vida.
Dejaron de verse como amigos y comenzaron las miradas chispeantes. Parecían relámpagos que atravesaban todo el salón desde la caja a la puerta del depósito y cada vez que conectaban, el mundo entero se desvanecía a su alrededor, aunque el murmullo de la gente recorriendo los pasillos los mantenía alerta.
La aparición de su papá por alguna puerta los ponía nuevamente en posición, los devolvía a sus puestos y la hacía reflexionar… si llegaba a sospechar algo… a ella nadie la iba a echar, pero a él, él necesitaba ese trabajo, ese puesto conseguido con respeto y esfuerzo. Y ella no podía permitir que eso ocurriera, lo amaba demasiado, lo amaba bien.
Llevaban ya dos años jugando a las escondidas sin atreverse a más, ya que el sexto sentido del padre-madre de Aldana siempre se les anticipaba irrumpiendo y anexando una nueva tarea. No daba tregua, ni la mínima posibilidad, era como tener un no de antemano.
Un par de besos apurados, escondidos entre las cajas, concretaron el noviazgo oculto.
Las charlas entrecortadas, por la aparición reiterada de su padre. Todo disimulado, como se podía.
Manu después de sus veintidós abriles, comenzó a sentir por primera vez, que le pesaba su responsabilidad asumida tempranamente y sin escapatoria. Por primera vez quería no estar a cargo, no ser tan responsable, permitirse algo que no fuera una obligación.
Y ese algo era el amor, ni más ni menos, que el de Aldana.
Ya no quedaban opciones, pasaron de la amistad al consejo, del consejo al coqueteo, del coqueteo al histeriqueo…
-¿No quiero hablar más!... quiero hacer- su voz sonó casi a un ruego.
-¿Cuándo?¿dónde?- apuró ella para fechar el encuentro.
- … - dudó un instante – HOY, nos escapamos de la feria, con tanta gente dando vueltas, quién lo a notar?, pero quiero que sea especial-
-¿Qué vas a hacer? Decímelo-
-Te voy a besar y acariciar demasiado, como nunca, te besaré desde la punta de tu larga cabellera hasta tus pies, serás mía y sólo cuando llegues a la gloria te daré parte de mí. Y vos?-
-Yo quiero que sea inolvidable, voy a responder a cada uno de tus besos y caricias hasta aprendernos de memoria, hasta grabar a fuego cómo se completan nuestros cuerpos, sólo ahí te dejaré hacerme tuya-.
Con los rostros sonrojados, vieron que el vigía los observaba desde lejos, en lo que parecía una sencilla operación de control de mercadería, ya que a pesar de faltarles la respiración, no dejaron de tildar las facturas, asintiendo con la cabeza en sentido de aprobación, algo mecánico que nada tenía que ver con la verdadera conversación. Cosa que su padre nunca supo.
Más tarde, mientras se arreglaba, acalorada, para la ocasión, escuchó los pasos de su padre, siempre presente, siempre atento a todo, pasar junto a su puerta.
No asistió a la cita, sabía que a ella nada le sucedería, pero a él… a él lo amaba demasiado, lo amaba bien…

EN ALGÚN LUGAR

Dónde guardo las palabras que dijimos sin pensarlo,
dónde deshago caminos para no estar a tu lado.
Dónde escondo lo que siento y que me destroza el alma, 
dónde aprieto los recuerdos para que no se me salgan.
Dónde busco mi sonrisa que era música y canto,
dónde revivo la vida que se fue con otros años.
Dónde encuentro lo que era, que para mí alcanzaba,
dónde arrugo mis escritos, para no arrugarme el alma.
Dónde encuentro eso mismo que sentí entre tus brazos,
dónde hay caricias, ternura, que las necesito tanto.
Dónde dejamos que el tiempo se nos pasara de lado,
dónde apartamos lo nuestro para no provocar llanto.
Dónde grito todo esto que de los labios ya escapa
dónde enjugo mis lágrimas para que nadie vea nada.
Dónde te busco y te abrazo,
Dónde estas amor, que me haces falta.

viernes, 28 de enero de 2011

SÁLVAME

Cada día que pasa, despacio,
cada día que no estas a mi lado,
cada día me muero un poquito
y sigo sin encontrar tu mano.

Esa mano siempre abierta
era la de quien amaba,
esa mano salvadora
era quien me rescataba.

Si me olvidas fácilmente
y no vuelves a mi lado
de a poco cerraré mis ojos 
y en mis lágrimas me iré ahogando.

EL REENCUENTRO (Cuento)


Estaba algo más que nerviosa, hacía ya demasiados años que no tenían un diálogo fluido, impensado, habiendo sido tan buenas amigas y compañeras de colegio.
La vida las separó a poco de terminar la secundaria, no tanto de su parte como de ella que había elegido esa vocación…
La visitó un par de veces en su reclusión, a regañadientes, y, contra su propia voluntad la apoyó en el momento de tomar su decisión. No lo había entendido entonces ni tampoco ahora. Lo que para una era una bendición, para la otra, casi un castigo.
Cada quién continuó con su vida a su modo, una se casó y formó familia, la otra se hizo religiosa y por eso los contactos entre ellas eran casi mediados por terceros.
Cada vez que lograba recibir noticias de la “hermana” eran ya noticias viejas, casi seguro estaba ya en otra parte, a donde la orden la mandara a misionar.
Por eso estaba tan ansiosa, esta vez le tocaba buscarla en la terminal de colectivos, esta vez había podido contactarse a tiempo para pasar, al menos, unos pocos días juntas para tanto que decirse. Era una especie de vacaciones que le habían concedido, que en realidad se trataba de un permiso de visita para la familia, de cortos cinco días entre los cuales tenía que sortear con quien estar: padres, hermanos, tíos, primos, sobrinos y amigos.
Pero con casi toda la familia afectada a un viaje inesperado, esta vez era “la” oportunidad, imposible perder el turno, como aconteció en otros de sus permisos, cuando la llamaban antes de lo previsto.
Se levantó temprano, repasó la ubicación de todos los integrantes de su  familia para el día, cada quién en sus correspondientes actividades bien programadas y detalladas en cada caso para el que le tocaba llevar y traer…  Su marido en el trabajo, ese día de corrido, los chicos serían retirados del colegio por la tía, para quedar entre actividades en casa de sus abuelos.
Después de dejar a los chicos, no pasó por la panadería como acostumbraba. Invitaría a su amiga y se dejarían atender para poder aprovechar el tiempo…
Se tomó un baño relajante de hierbas, un poco para apaciguarse y otro poco para dejar pasar el tiempo porque el colectivo no llegaría hasta pasada la hora y media.
Eligió con cuidado qué ponerse, cosa que tenía más que calculada y medida desde haber recibido la noticia. Ropa sencilla, clara, no muy costosa y en perfecta combinación de tonos pasteles que eran los que mejor le sentaban. Se recogió el cabello para no hacer ostentación de su hermosa cabellera, no frente a la “hermana”!
Por un momento se detuvo a recodar cómo la vio la última vez, su rostro moreno exultante de contento en su atuendo humilde, una camisa blanca de mangas largas, a pesar del calor y una pesada pollera azul que llegaba mucho más que debajo de las rodillas.
El ring ton del celular la devolvió a la realidad, era la alarma que había colocado para llegar a tiempo por si tenía que sortear el tránsito un tanto pesado en dirección céntrica.
Apagó el celular, como les había anticipado ya a sus allegados para no preocuparlos. Por ese día se iba a permitir no tener interrupciones de ningún tipo.
Se subió al coche y se dirigió casi instintivamente al lugar. Ciertamente el tráfico se hacía cada vez más tedioso. Al detenerse en un semáforo, se vio reflejada en la vidriera de un comercio, casi se sonrió al verificar que todo estaba en su lugar. Aunque cayó en la cuenta que ninguna de las dos se vería como lucían la última vez.
Pero no era eso lo que la tenía tan… inquieta, sino la idea de que en lugar de su amiga iba a encontrar una jueza de su vida. ¿Cómo contarle mis cosas como antes? ¿Todo le parecerían pecados?
Si bien no se había consagrado como ella, tampoco tenía una vida alejada de la iglesia, se había “casado bien”, sus hijos bautizados, ya en catequesis de Primera Comunión y hasta asistían al mismo colegio religioso que ellas.
Pero los pormenores de la vida cotidiana, alguna que otra fantasía no llegada a cuajar… eran las cosas que condimentaban en su tiempo esa amistad adolescente, lo que se contaban en secreto, lo que generaba esa complicidad, sería ahora todo mal visto a sus ojos?
Otra vez volvió a la realidad, esta vez no fue el celular, sino la bocina del colectivo que, pegado a ella, amenazaba con llevársela puesta hasta la próxima parada!
Arrancó casi furiosa, haciendo patinar los neumáticos y se alejó rápidamente del lugar. Estacionó lo más cerca posible y se dispuso a esperar en la plataforma señalada por la empresa.
Ni alcanzó a bajar cuando ambas se reconocieron entre el barullo de las bienvenidas.
Se estrecharon fuertemente, después de tantos años, brotaron unas pequeñas lágrimas de alegría y sin perder tiempo se dirigieron al café más retirado y vacío de la terminal.
Pidieron sendos cafés con medialunas. Mientras esperaban, la “hermana” notó cierta intranquilidad en su amiga que, a pesar del paso de los años, no dejaba de detectar.
Entonces, aproximándose, susurro en su oído: -No mires qué llevo puesto o hace de cuenta que estamos en una obra de teatro del colegio, pero por estos días y para vos, soy tu amiga del alma. Ahora contame todo!-
La había recuperado.
Las carcajadas se escucharon en todo el lugar.

SUEÑOS (Prosa)

Qué harías...?
Si estuvieras en una playa solitaria, con arena tibia y una brisa suave que acaricia las siluetas del atardecer, con un sol rojizo que se apaga...
Si tus huellas encontraran mis pasos, si mis manos no se enfriaran en la sombra, si mi noche no fuera tan sola.
Si llegara tu voz, tu perfume, tu figura.
Si pudiera enloquecer mi mano en tu pelo, si pudiera vivir sin conocer tus besos, o supiera morir con un roce de tus labios, en tus brazos...
Si tejieras los sueños dormidos en mi pelo, si arrullaras mis sueños con tus manos, si mordieras la soledad de mis noches, si al despertar te encontrara a mi lado.

CENIZAS EN MI ALMA

Si lo que queda en mi alma son cenizas
de tu amor que quemó mi corazón,
no es vano el ardor que reaviva
ese fuego que el viento no ahogó.

Si no hubiera tenido la certeza
de tu amor incondicional hacia mí,
no hubiera cometido los errores
que hace tiempo me apartan de ti.

Si no fuera porque lloro todavía
las cosas que vivimos y dejamos sin vivir,
diría que sólo era armonía
el amor que sentía  y tenía para ti.

Ya es tarde y, muchas veces, darse cuenta
deja al alma sin ganas de luchar para seguir,
pero lucho y no pierdo la esperanza
porque sé que un sustituto no te puede hacer feliz.

Si lo que queda en mi alma son cenizas
de tu amor que quemo mi corazón,
no es vano el ardor que reaviva
ese fuego que el viento no ahogó.

EL MUNDO SIGUE DANDO VUELTAS

Las tardes que tuvimos tú y yo juntos
que no volveremos a tenerlas, 
eran parte inevitable de mi mundo,
serán las que correrás a verla.

Los besos que sentimos envolvernos
que nunca negaré, aunque te sorprenda,
eran parte de este juego de querernos,
son los que ahora le regalas a ella.

Y aunque el mundo siga dando vueltas
y te pierda poco a poco cada día
si en un giro me buscas y me encuentras
no me quites ni besos, ni más días.

jueves, 27 de enero de 2011

QUISIERA

Quisiera ser tuya para siempre,
quisiera volverte a enamorar, 
quisiera que rompieras mi agonía,
quisiera, tan sólo, amarte más.
Quisiera tenerte a mi lado
quisiera poderte besar,
quisiera tenerte entre mis brazos,
quisiera que me quieras un poco más.
Quisiera retroceder al pasado,
quisiera volver a empezar,
quisiera escucharte llorando,
quisiera una palabra de paz.
Quisiera tantas cosas que no puedo,
quisiera lo que no me pertenece más,
quisiera tenerte para siempre...
Quisiera que me quieras un poco más...

CONMIGO TE LLEVO

Me voy amor, me voy muy lejos
pero conmigo me llevo
toda dulzura, un sentimiento
y una caricia para el regreso, 
por no extrañarte cuando me alejo.
En mi mochila, con tus momentos
te llevo puesto, te llevo dentro,
dentro del alma, cerca del cielo.
Que se me sale todo lo bueno
que tiene dentro ese alhajero,
está guardado allí en tu pecho, 
me late al paso cuando me acerco, 
se va durmiendo cuando me alejo, 
corazón ciego si no te tengo.
Grande y veloz, galopa al viento
cuando sin causa pasa un recuerdo
de tus caricias o de tus besos
que me dejaste al ir partiendo.
Y ya no quiero irme muy lejos,
que no te marches, ya no te dejo,
porque si marchas, mi paso al cejo
ha de encontrarte en cualquier momento
para decirte cuánto te quiero.

LADRÓN INVISIBLE

Abrazar tantos sueños
es vivir con el alma
pendiendo del cielo
sin llegar nunca a nada.

Yo lo sueño y tú lo vives
pero para mí no alcanza,
tú, ladrón invisible,
estás sacudiendo mi almohada.

Cuando creo ya tenerte
y la penumbra se apaga,
como en un cuento inerte
con tu bolsa te escapas.

Y te llevas todo eso
que para ti guardaba, 
con tu sonrisa y un beso
y otra vez me queda nada
de tan trabajados sueños
y mi corazón en llamas.

CASA DE RETIRO (Cuento)

Por la mañana, el sol evaporaba el agua de la escarcha, recogida entre las grises piedras ribereñas. Cercana a la orilla, envuelta en un halo de paz y pureza se encontraba la pequeña gruta de la Virgen.
El perfume de la hierba húmeda se hacía sentir en la fresca mañana. El canto alborotado de las aves resonaba en la campiña. Por la orilla desayunaban unas pocas cabras y, más lejos, las ovejas eran arreadas al pastizal.
En esa mansedumbre, solía meditar, junto  la gruta, donde se escuchaba el susurro del arroyo. Bajaba hasta la orilla y, descalza, cruzaba el vado para sentir la fresca transparencia en sus pies.
Al otro lado, el camino de piedra llevaba hasta el pueblo. Allí se quedaba sentada largas horas, dibujando pensamientos en su mente.
Desde la distancia observaba la gruta, la expresión de la Virgencita, casi le sonreía con su rostro inmaculado.
Todos los días le llevaba flores silvestres y cantaba las canciones que aprendía en la humilde capilla del lugar.
Uno de esos días, sentada como de costumbre a la orilla, mientras miraba correr el arroyo, comenzó a ver imágenes, escenas, primero como fogonazos, luego claramente, como una película, la película de su vida, allí reflejada. Vio la corriente llevarse su niñez, sus días, sus mejores años, vio cuántos seres había perdido…
Se levantó, recorrió el monte buscando flores, anticipando un canto de despedida que finalizó al llegar a la gruta.
Camino hacia el vado y se detuvo en medio del arroyo.
Ese día el sol no había salido y la corriente más fuerte que nunca, perdió su figura en el horizonte…
Nadie hecho cuenta, sino hasta el almuerzo, del lugar vacío de la interna.

LLEGARÉ HASTA TI

Cae el sol de la tarde
y yo muero junto a él.
Ya nada puede salvarme, 
es mi destino, ya lo sé.

Aunque corra por las calles,
no me canse de correr,
al mirarte extasiada
con mis ojos llegaré.

Y me encierro en mí misma
en mi orgullo y mi dolor
y no puedo darme cuenta 
que alguien quiere mi amor.

Que me quiere, tan seguro,
y centro de universo soy,
que me quiere para siempre
y me quiere como soy.

Despierto de este sueño 
construido de rencor
y escucho tu palabra 
que me llena el corazón.

Penetraste en mi mundo,
por qué puerta, no lo sé,
en mi mundo de tristeza 
que ahora, alegría es.

De mi infancia: MI PUENTE COLGANTE

"El 28 de septiembre de 1983 fue un penoso día para Santa Fe. Para sorpresa de todos y bajo la atenta mirada de vecinos y periodistas, parte del puente colgante caía luego de una terrible inundación que había durado varios meses. Fotos y videos de entonces muestran una lenta caída.
La antena Este colapsó a las 16:35. El diario santafesino El Litoral publicó ese día, retrasando la salida por tal acontecimiento, “Un adiós que quiere ser hasta luego”. Un hasta luego que significó casi 20 años. Parte del puente quedó hundido en la laguna Setúbal y se recuperó en 1984."

Mi puente colgante,
el que ya no está
guardián eras de las aguas, 
quien cuidada la ciudad.

De tu lugar veías todo
trabajo y descansar
reía feliz por las noches 
cuando te iba a visitar.

Cuánta veces toqué tus maderas
arrugadas por la humedad
y qué oxidadas barandas
me sostenían al pasar.

Quizás sin mucha importancia
te miraba desde acá
ahora comprendo que valías
oro, plata y mucho más.

Tu peso, sin duda alguna,
no pudo soportar más
te fuiste ahogando en la laguna
y en tu triste soledad.

En el fondo yacen ruinas 
de la obra monumental
del que alguna vez preguntara
puentecito ¿dónde vas?

Dios quiera que algún día 
puedan otra vez alzar
tu figura imponente,
guardián de la ciudad.


De mi infancia: TINIEBLA Y MISTERIO

La luna apagada
el sol ya no estaba
no era noche clara,
era primavera.

Era de esas noches 
en que humaredas
tapan los caminos
de las madreselvas.

Todo estaba oscuro
en las cercanías,
todo se prestaba,
en pánico sumida.

De mi infancia: EL PÁJARO CELESTIAL

Voló plácidamente
a su cobijo natal
era blanco y celeste
o de un color celestial.

Sus plumas eran suaves,
cayeron en su volar.
Sus plumas estaban tibias, 
cayeron al manantial.

El pájaro huyó del nido
con pánico quizás, 
pues estaba destruido
dónde se cobijaría?

Entonces voló a mis manos
a refugiarse, quizás,
y ahora el pájaro es mío
y es mío su bello cantar.

JAMÁS INTENTARLO

Quererte, ni debo pensarlo,
desearte, no puedo aceptarlo,
ser tuya, jamás intentarlo
y saber que es lo mejor que me ha pasado.

Si me rindo ya nadie más podría
quitar tus manos de mi cuerpo,
borrar tu rostro no sabría
ni apagar el fuego que va dentro.

Cerrar mis ojos de noche
y no encontrarte de día,
que nadie diga mi nombre;
olvidarte jamás podría.

Por eso no puedo intentarlo, 
por eso no debo tenerlo, 
ni apagar la inmensa llama
que me consume por dentro.

MI MANO AL VIENTO

Deja mi mano ya al viento
para que no sea un castigo
el buscarte sin descanso,
el tratar de estar contigo.

Si no tengo espacio en tu vida,
si no hay ya momentos conmigo
no me busque tu mirada,
no me roces al descuido.

Deja mi mano ya al viento,
tanto como los sueños míos,
ilusiones, desencuentros,
cosas que no compartimos.

miércoles, 26 de enero de 2011

VOY A DEJAR DE VERTE

Voy a ir saliendo despacio,
voy a dejar de verte.
Me buscaré otro espacio,
mezclarme con otra gente.

Dejaré que corran los días
que alejen este presente,
que se esparzan en mi vida
los momentos para verte.

Momentos que no me alcanzan
para intentar retenerte,
que no abrigan esperanza,
voy a dejar de verte.

SIN CAMBIAR LA HISTORIA

Qué es lo que pasa conmigo?
otra vez me equivoqué,
no me sirven mis errores
ya no se cómo aprender.

Llevarte conmigo ¿a dónde?
hacerte cargo de mi...
si mi tiempo es enorme
qué culpa puedes sentir.

No sigas por mi camino
no encuentro razón para ti;
perder la vida o vivirla,
no hagas lo que no quieres que a ti.

Y si insistes en seguirlo
necesito una razón,
no quiero cambiar la historia
sólo necesito amor.

GLORIA O BARRANCO

No puedo seguir adelante
aunque intente, ya no puedo.
Mi reloj no marca las horas,
me he detenido en el tiempo.

Me quedé al filo del abismo
sin saber si hay gloria o barranco
a un paso de lo desconocido,
me veo mirando desde abajo.

No puedo sentir lo que sentí,
no puedo arrastrarte hacia abajo,
no quiero vivir de sueños.
No quiero ahogarme en llantos.

TEMBLANDO


Qué será que me pasa, después de tanto tiempo,
después de la rutina ¡será que ya no siento?
O que tal vez dormidos todos mis sentimientos
se fueron, en el olvido, apagando en silencio.

Será que alguien vino a despertarme de nuevo,
encendió todas las luces y destapó los espejos
donde me veía firme, todo bien y completo,
todo armonioso y en orden, todo como debe serlo.

Pero siento que algo cambia y me veo cómo tiemblo
sólo de pensar en alguien, como una hoja al viento.
Ahora todo cambia adentro, se desordenan los hilos
de los anhelados sueños que no fueron compartidos.

Y desnuda ya mi alma se rinde sin advertirlo
a un deseo que con alas, en tu mano hizo nido.
Tal vez temblando de miedo, tal vez temblando de frío,
temblando por desearte sabiendo que no eres mío.