jueves, 27 de enero de 2011

CASA DE RETIRO (Cuento)

Por la mañana, el sol evaporaba el agua de la escarcha, recogida entre las grises piedras ribereñas. Cercana a la orilla, envuelta en un halo de paz y pureza se encontraba la pequeña gruta de la Virgen.
El perfume de la hierba húmeda se hacía sentir en la fresca mañana. El canto alborotado de las aves resonaba en la campiña. Por la orilla desayunaban unas pocas cabras y, más lejos, las ovejas eran arreadas al pastizal.
En esa mansedumbre, solía meditar, junto  la gruta, donde se escuchaba el susurro del arroyo. Bajaba hasta la orilla y, descalza, cruzaba el vado para sentir la fresca transparencia en sus pies.
Al otro lado, el camino de piedra llevaba hasta el pueblo. Allí se quedaba sentada largas horas, dibujando pensamientos en su mente.
Desde la distancia observaba la gruta, la expresión de la Virgencita, casi le sonreía con su rostro inmaculado.
Todos los días le llevaba flores silvestres y cantaba las canciones que aprendía en la humilde capilla del lugar.
Uno de esos días, sentada como de costumbre a la orilla, mientras miraba correr el arroyo, comenzó a ver imágenes, escenas, primero como fogonazos, luego claramente, como una película, la película de su vida, allí reflejada. Vio la corriente llevarse su niñez, sus días, sus mejores años, vio cuántos seres había perdido…
Se levantó, recorrió el monte buscando flores, anticipando un canto de despedida que finalizó al llegar a la gruta.
Camino hacia el vado y se detuvo en medio del arroyo.
Ese día el sol no había salido y la corriente más fuerte que nunca, perdió su figura en el horizonte…
Nadie hecho cuenta, sino hasta el almuerzo, del lugar vacío de la interna.

2 comentarios:

  1. este me gustò mucho, me parece màs tu estilo que el de la oficina.

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  2. Ocurre que a veces las visiones o inspiraciones van cambiando a traves del tiempo, cada día es distinto, así como lo que pueda surgir, en cuanto al estilo, probablente el taller ayude a definirlo.

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