Llegará la aurora despuntando el alba por los cerros
lejanos,
pero mi cuerpo
sigue en la ladera sombría del otero
donde quizás los rayos no alcancen a treparlo
sintiendo que la luz no es un lamento
sólo artífico doloso a estos ojos
que perdieron su brillo lentamente.
Vendrás aurora, es inminente
pero no estaré ahí para no verte,
para no sentir que me faltas enteramente
derritiendo mi costado paciente
para no estallar en llanto álgidamente
reviviendo lo que ya se ha echado a suerte.
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