Deja la puerta entreabierta, me voy a colar en tu cuarto y en tus sueños…
Seré tu árbol, para que te deslices en mí, para que me recorras entera. Desde mis manos como hojas exudando el rocío matinal hasta mis pies, enterrados como las raíces pero en tus sábanas desordenadas.
Tendida blandamente en tu lecho te espero, te deseo y deseo sentir tus labios quemándome la piel. No dejes nada sin transitar, sin descubrir, sin conocer.
El aroma floral que percibiste al traspasar yo esa puerta inunda la habitación, pero ya no está en mi cuerpo, mi piel la evaporó dejándola impregnada en las tramas de tu cama.
Abrazas mi alma como la llama de una antorcha envolviendo mi cuerpo y siento la fresca humedad de tu boca gustando mis frutos maduros y allí tan cerca, el corazón golpea fuerte deseando ser bebido por tus labios.
Todo lo miras, todo lo guardas en tu memoria y hasta te sonríes descubriéndome el pequeño lunar antes de llegar a mi ombligo, intentas morderlo en vano pues es casi una pizca de pintura y las cosquillas que me provocas me doblan como a la hierba joven que arquea el viento.
Y así, divertidos, te subes por mi espalda, sólo puedo ver tus manos masculinas atrapándome y un escalofrío me recorre a intervalos acompañado de tus besos que cuentan cada una de mis vértebras.
Tu abrazo se ha trabado en mi cintura con en el giro inesperado de mi cuerpo… Has encendido la creatividad de mis deseos.
Ahora soy embajadora del fuego, portadora de roces y caricias, de tiernos besos hartos de pasión y desenfreno. Sin oxígeno en mi razón, me trepo como fiera indomable a tu cuerpo.
Ya no calculo, no pienso, no claudico, solo sueño, vuelo y me dejo mecer… trazando curvas que me traen y me llevan tu bálsamo. Pero pronto tus sentidos se ajustan a los míos. Un solo compás, un canon perfecto, labios entreabiertos, manos prestas, brazos circundantes y tu mirada, espejo de tu alma, me muestra la dulzura del chiquillo que creció dentro de ti, ahora hombre dentro de mi.
Como tallos extendidos hacia el cielo, tocan mis dedos el éter del amor de este espacio.
No termines el sueño,
no quiero salir de este cuarto,
porque si abres tus ojos
ya no estaré a tu lado.
Sólo quedará en tu memoria
que me tuviste en tus brazos,
que me tuviste en tu alcoba,
que me estuviste amando.
Yo guardaré este momento
me iré saliendo despacio
arrastrando mis prendas
que se irán desgajando
para dejarte migajas,
para que sigas mi rastro,
para que pronto me encuentres
cuando hayas despertado.
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