El fuego de tus dedos me recorre
tallándome el cuerpo,
la piel se eriza y se encoge
temblando por dentro.
Cincel tu mano que pones
firme y sereno,
mi cintura y cadera reclaman
que llegues presto.
Pero te demoras saboreando
lo que en tu boca dejo,
miel con agua salobre
y me castigas con tiempo.
No me adormezcas ahora,
no te demores, ven dentro
quiero que seamos uno,
quiero cabalgar tu sueño.
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