miércoles, 22 de junio de 2011

UN RUISEÑOR Y EL ELEFANTE

Pequeño, chiquito.
Si no fuera por mi vivaz aleteo
ni me hubieses visto.
Escuchaste moverse el viento
y seguiste el vuelo
con tu amplia y hermosa mirada…
Y yo ni cuenta me daba…
Saltando de rama en rama,
bebiéndome las gotas del rocío,
bailando, embriagado, con los rayos de luz,
que de a tiras colgaban.
Te aproximabas, y yo ni cuenta me daba…
Tanta emoción soltó mi garganta
en un trino de vida
que arrugó aún más tu piel, erizándola.
Me escuchabas, y yo ni cuenta me daba
viviendo mis días, en mi pequeño mundo
sin darme cuenta que otro mundo se asomaba.
Un mundo gris plomo de amplia mirada,
de oído agudo y de piel rasgada.
Cuando tu presencia me dejó en la sombra
te vi, me di cuenta, me mirabas
y vi en tus ojos cosas que no encajaban,
tu mundo y mi vuelo, mi voz y tu talla.
Dos mundos distintos bajo el mismo cielo
a ver si se puede, a ver, cómo enlazan.
Yo arrullo tu sueño, tú cela mi espalda.

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