La seguía con la mirada por el gran espejo que recorría el espacio, sin que ella supiera, sin que lo notara.
Ella siempre sencilla, arreglada "en composé". Él no dejaba escapar ningún detalle, cada horario en que coincidían lo vivía como una cita.
Si por casualidad cruzaban sus ojos, ella bajaba la vista, como un rito repetido cada vez que un hombre la miraba, a él parecía iluminársele el día.
Ella modosa, reservada, siempre con un par de amigas, aceptada por su entorno sin ser la más buscada, requerida o nombrada.
Él arrollador, extrovertido, siempre rodeado de mucha gente y un par de "amigas", estaba en boca de todos y siempre consultado para la decisión final.
No podría precisar cuándo fue que las cosas cambiaron, quizás cuando comenzó a notar esa mirada pegada a su cuerpo o su reflejo, todo el tiempo...
Puede que al principio se sintiera incómoda, luego pasó de inspirarle confianza en sí misma a atreverse a sostener una mirada.
No pudo dejar de notar el cambio, enloqueció. Era verla y sentir marabuntas corriendo por sus venas, cruzar las miradas le detenía el corazón, dejándolo sin aliento y cuando ella no quitaba la mirada sentía que se consumía en una hoguera de placer.
Un día se toparon de casualidad, ella tenía la blusa un poco más desabrochada que de costumbre. Sus suaves labios se arquearon en una dulce sonrisa. Él quedó allí paralizado, sin poder pronunciar palabra. En ese momento la imaginó de mil formas, pero apenas giró para verla alejarse.
Ella retomó su camino y se sintió lista para conquistar al mundo.
me gustò el tema...autoestima baja, medirse con varas ajenas y automàticamente resurgir... pisar fuerte.
ResponderEliminaren cuanto a la manera en que està escrito... hay algo que no me cierra...algunas redundancias, el salto de la tercera persona que pasa a primera en el fragor del relato... el apuero por llegar al climax literario...despuès fijate amiga... es lo que me parece a mì como eterna aprendìz.