martes, 4 de septiembre de 2012

EN LA TRAMA

Podrían llamarse vidas paralelas, o tiempos paralelos, o épocas, o algo que es igual, idéntico, pero que nunca van a unirse, ni a tocarse.
Algo tan injusto como la justicia de la geometría. porque si alguna vez se animaran a surcar el abismo multidimensional, sería una transgresión a las leyes y no sólo de la matemática o la física, sino de la línea esa imperceptible, ineludible, la temporoespacial.
Sería una transgresión a la física cuántica o una adaptación de la teoría de las supercuerdas, donde encontrarían la dimensión exacta para traspasarse, para fusionarse, para rosarse si sentirse, sin escucharse, sin verse, pero estando en una de todas las posibles dimensiones, en una sóla dónde los ejes existenciales no son x o y, ni siquiera z.
Los ejes son otros, desconocidos, pero tan precisos que alcanzan a generar una chispa de vida, alcanzan a encender el fuego que nos une más allá de la efímera existencia.


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