Uno, dos tres...
Puedo darle mil vueltas
y no lo entendería.
Cómo es que la noche
se escurre entre quietud y silencio
y hay oídos que, cerrados, no escuchan
los gritos que acontecen en desvelo.
Cómo puede la sonrisa
congeniar con la mentira
y no pierdan la luz de inocencia
los ojos que las digan.
Uno, dos, tres...
Cómo puede el que agoniza
arrastrase por la vida,
casi como sin vivirla
absorbiendo de su entorno la energía.
Uno, dos, tres...
Puedo darle mil vueltas
y no lo entendería.
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