A dos aguas,
como las cubiertas de las moradas
mirando a dos puntos cardinales
opuestos.
Con dos vistas,
por una recibiendo fulgurante a Febo
por la otra dejando escapar la luces
póstumas de vida.
A mitad de camino,
un sendero nítido, consabido
y otro que parte difuso
hacia el horizonte.
En dos tonos,
blanco luminoso a un lado
oscuro, negro y cerrado
al otro lado.
Pero los grises...
también existen,
caminan junto a mí
por la cornisa.
reflejada con absoluta fidelidad las dos caras de la vida.
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